sábado, 30 de abril de 2011

29 XI 1493. La Española - segunda visita.

El aire sangriento

   El 22 de noviembre llegamos a La Española, es que había que volver para que la gente, a que había dejado el año pasado, me adjuntara y siguiera navegando al lado de mí. Por muy importante que era el busco de riquezas, primero teníamos que cumplir la promesa dada a los que habían quedado allí. En contra de los pronósticos, la isla resultó ser poco amistosa, casi hostil. Se podía sentir el odio y la sangre en el aire. Todo indicaba que había sido una pelea o guerra. Ese paisaje, cuya belleza y hermosura por sólo una mirada me había hecho perder mi cabeza, ahora se volvió campo de batalla. 
   El 27 llegamos al fuerte Navidad, el que encontramos destruido. Al verlo completamente caído a pedazos sentí como que alguien me hubiera clavado mi corazón huyendo por tristeza de mi pecho. Interrogé a algunos nativos de la tribu con la que había tratado el año anterior; estos me informaron que algunos de los habitantes del fuerte habían hecho correrías por el interior de la isla en busca de oro y mujeres. Se habían enfrentado a un cacique llamado Caonabó, quien había destruido el fuerte y había matado a todos los hombres. Mayoría de mi tripulación no creía que estuvieran vivos pero yo, un hombre nacido bajo buena estrella, estaba seguro de que sobrevivieron.
   ¡Mis amigos que tantos molestias habíais sufrido conmigo, que tantas veces tus vidas habíais expuesto para proteger la mía, vuestra valentía será admirada para siempre y que en paz descanséis y como mariposas voléis a ese mundo maravilloso donde algún día volveremos a vernos!

"Tu eres realmente el amigo
el hermano del alma
que en cada camino y jornada
estás siempre conmigo”

   Con el dolor en nuestros corazones y con la miseria en cada palabra de la canción cantada en voz baja nuevamente estamos navegando hacia el oeste.


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