lunes, 25 de abril de 2011

20 V 1493. Barcelona, Castilla.

Escudo de armas

   Hoy es el día cuando los Reyes Católicos han confirmado su confianza, esperanza y agradecimiento concediéndome la ampliación de mi escudo de armas primitivo:
   El Castillo de color dorado en campo verde, en el cuadro del escudo de vuestras armas en lo alto a la mano derecha; y en el otro cuadro alto a la mano izquierda un Leon de purpura en campo blanco rampando de verde, y en el otro cuadro bajo a la mano derecha unas islas doradas en ondas de mar, y en el otro cuadro bajo a la mano izquierda las armas vuestras que soliades tener. Las cuales armas seran conocidas por vuestras, e de vuestros fijos e descendientes para siempre jamas.


   Estoy muy contento con este distinción. El escudo de armas es una prueba irrefutable de mis éxitos sirviendo en nombre de los Reyes. Además le honra a mi familia. Cuando yo fallezca, el escudo será la herencia para mis descendientes que siempre podrán sentarse en la misma mesa con la nobleza.
No nací rico, ni digno pero gracias a mi valentía y mis hechos no soy peor que los de grandes linajes.
   Regreso a la primera página de mi diario y estoy leyendo esas palabras llenas de inseguridad. El día 12 de octubre 1484 escribí: Espero que las memorias escritas en ese diario sean la historia de mi vida, mi fama y gloria...
Así, casi diez años después, se cumple mi sueño...

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