lunes, 28 de marzo de 2011

13 X 1492. Guanahaní, en la tierra india.

12 de octubre 1492 - ¡Este día seguramente pasará a la historia!

   Como sabéis  la tripulación me dio tres días más para comprobar la autenticidad de mis cálculos.
   ¿Podéis imaginar cómo me sentí ayer por la noche sabiendo que no había nada que podía hacer excepto confiar en un milagro? Por supuesto no podía dormir pues estaba paseando por la cubierta del barco buscando en la distancia algún contorno de la tierra y por un breve momento pensaba que veía algo pero me di cuenta de que eso sería demasiado bueno para ser real.
   Eran las dos de la noche cuando oí el grito que tanto tiempo esperaba.
“¡Tierra a la vista!” - cuatro palabras del grumete, Rodrigo de Traina que completamente cambiaron mi vida.
   Los marineros amainaron las velas dejando sólo una y así después de unas horas llegamos a la isla que la gente de aquí llamaba Guanahaní. Salí a tierra acompañado por Martín Alonso Pinzón y Vincente Yáñez y la primera cosa que me llamó la atención eran árboles muy verdes y frutas de diversas maneras que nunca antes había visto. Pero eso no era tan importante como la gente desnuda que vimos en algún momento… todos con hermosos cuerpos y muy buenas caras pintadas con algo blanco y extraño. No era ni negro ni blanco y no vi a nadie quien tenía más de 30 años. También me parecía la gente pobre, probablemente porque no tenía armas y como después resultó tampoco las conocía.
   Luego llamé a los demás para que salieran a tierra. Entre ellos estaba Rodrigo de Escobedo que era el escribano y Rodrigo Sanchez de Segovia con los que cumplí mi deber como representante de la reina y entregé esta isla en su posesión.
   Cuando lo terminamos, a nuestro alrededor ya había mucha gente de la isla…


miércoles, 23 de marzo de 2011

10 X 1492. En algún otro lugar del mar oceánico.

La última esperanza

   Recientemente he escrito que tengo miedo pero no me imaginaba que los problemas pudieran ser tan graves. ¿Es éste el fin de Cristóbal Colón – el gran descubridor? ¿Así termina mi sueño con el nuevo mundo?
   La tripulación protestó y no quiere navegar hacia India ni un día más. No me respetan completamente ya. Mis ordenes no tienen ningún valor para ellos. Me dijeron que saltara al agua si quería nadar a la India. Estuvieron furiosos. ¡En un momento pensé que de verdad me cogerían y me tirarían al mar!
   Finalmente a duras penas hermanos Pinzón tranquilizaron a la tripulación y lograron convencerla de viajar tres días más. Sólo pusieron una condición: navegarán con el mismo rumbo y si no ven la tierra durante ese tiempo, volveremos a Palos. Me alegro de que hayan aceptado mi petición pero por otra parte, ¿qué haré si no la encontramos? Me horroriza la idea de regresar con manos vacías. No quiero defraudar a los reyes. Pero su decepción no es lo peor. Temo que me castiguen rudamente. Por si las moscas empezaré a rezar. Quizás Dios me dirija porque ahora me mueve el espanto.

viernes, 18 de marzo de 2011

7 X 1492. En algún lugar del mar oceánico.

Tensión en el ambiente

   ¡Qué desastre! Hace mucho tiempo que no veíamos la tierra. Según mis cálculos ya pasaron 31 días y eso me da muchísimo miedo. La gente está extenuada, las provisiones de comida terminan y todo lo que nos rodea es el mar de incertidumbre. Es demasiado arduo avanzar contra el agua. Hay que evitar un enfrentamiento directo con las olas porque sus choques se hacen poco a poco más violentos. Mis marineros cada día tienen menos paciencia en vez de  eso les llena la agresión. No se si todavía puedo decir que son míos.Veo desconfianza en sus ojos. Me miran con rabia. Critican cada decisión mía. Me parece que ya no creen en mis cálculos. Oigo tantas palabras amargas por cuales ahora no sé quién tiene razón... Por todas las dudas no soy capaz de convencer la gente. ¿Por qué esas cosas sólo me pasan a mí? No me merezco esto. Cuando pienso que el mundo está al alcance de mis manos, todo se rompe. 
   Además me preocupa que no pueda confiar en Martín Alonso Pinzón, capitán de la Pinta. Desgraciadamente los hermanos Pinzón son los únicos que pueden ayudarme. Son de Palos pues sólo ellos tienen el respeto de los hombres. Hoy he preguntado a Martín qué me aconsejaría y sabeís que me respondió? Dijo: Ahorque Vuesa Merced a media docena de ellos, y, si no se atreve, mi hermano y yo barloaremos nuestras naves contra la Santa María.

   Ahora necesito dormir un poco. No tengo fuerza para cargar con tanta responsibilidad. Una voz en mi cabeza me susurra que no lo haga pero algún otro grita que el fin justifica los medios.



miércoles, 16 de marzo de 2011

7 IX 1492. En algún lugar del mar oceánico.

Lo que siento se llama obsesión…

   Pasa el siguiente día en el barco. Me siento como que el mar me robara toda la energía cada día. Me falta fuerza y paciencia para siempre hablar con mis marineros y explicarles continuamente lo mismo. Eso es el cuento de nunca acabar. ¡Qué horror! 
   Ayer sus quejas y peleas de verdad me hicieron sufrir. Cansado me tumbé cerca de la proa y así descansando me dormí. Imaginaos que se me crearon en la cabeza cosas muy extrañas. Soñé con la mujer más bella del mundo. Estaba en un bar tomando un café y casi me atraganto cuando pasaba cerca. De repente giró la cabeza y miró hacia mí o algo muy cerca de mí. Tenía el pelo más brillante que las estrellas y los labios cuyo color seguramente avergonzaría a los tulipanes. No tardé mucho tiempo en reconocerlos porque pertenecían a mi esposa Felipa. También admirando sus ojos me di cuenta de que son iguales que los de Beatriz. Sus manos suaves y delicadas ya me habían tocado, es que tan bonitas las tenía Beatriz de La Gomera. No pasaron ni unos segundos cuando la perdí de vista. A pesar de esto recordé su aspecto con detalles. Después de un rato intentando coger aire, me golpeteó en la espalda un tío diciendo con una sonrisa sospechosa: “Santa María, qué pinta tiene la niña!”. Y en ese momento me desperté. Lo más curioso no es que mis sueños me enseñen la belleza de las amadas mías, sino que mis deseos se convirtieron en una obsesión. No hay nadie sano de mente quien sueñe con los nombres de sus barcos. Ahora solo el viaje gobierna mis pensamientos. Además todavía no quiero quitármelo de la cabeza. Me gusta sentir tan libre y orgulloso de mí mismo haciendo todo por mi cuenta. Soy conciente de que probablemente nada tan excitante se me ocurrirá en la vida entonces lo aprovecha porque eso dura sólo un instante y muy pronto todo volverá a la realidad.


sábado, 12 de marzo de 2011

5 IX 1492. San Sebastián de La Gomera, La Gomera.

 El picaflor en La Gomera

   Pasa la semana siguiente cuando estoy aquí, en La Gomera. Esta isla volcánica de verdad me fascina. Al principio sólo veía la tierra cubierta con rocas pero ahora no puedo dejar de pensar cómo es posible que un territorio tan pequeño esconda tanta belleza. 
   Con mucho gusto visito todos los lugares que me recomienda ver Beatriz. Ella resultó ser una persona muy amable y hospitalaria. Me enseñó a vivir en paz con la naturaleza, algo que antes  nunca me había interesado. Es obvio que si lleva el nombre de mi amada, debe ser una persona increíble. ¿Qué haría sin tenerla a mi lado? Beatriz admira mi valentía, fuerza e inteligencia, me da ánimos y me ameniza el tiempo antes de continuar el viaje. Desgraciadamente todo ese placer no podrá durar siempre. Me quedaría aquí unos días más pero la tripulación me inicita entonces mañana seguimos navegando hacia el oeste. Todo está preparado ya. Me entristece un poco que el momento de mi despedida de Beatriz se acerque pero eso es la vida de un descubridor – tiene que sacrificar muchas cosas que ama para lograr el éxito.  Yo también ya estoy listo para resignar de mi propia alegría.


martes, 8 de marzo de 2011

3 VIII 1492. Puerto de Palos, Granada.

¡Adiós!
   
   Estoy en la cubierta del barco llamado Santa María. En mi mano izquierda tengo mi diario, con la otra despido la gente que ha venido al puerto, incluso con mi familia. Me llenan los sentimientos encontrados. Finalmente el viaje de mis sueños empieza pero también tengo miedo de que no sea capaz de terminarlo. Es normal porque nadie nunca se había alejado tanto de la tierra habitada. 
   Poco a poco dejo  el puerto por detrás. Las luces de la ciudad desaparecen lentamente. Esta mañana he paseado por estas calles magníficas y misteriosas de la ciudad pero ahora no puedo estar seguro si Dios me dejará verlas otra vez. Tengo que cumplir la palabra dada a mis hijos. Les prometí que regresaría sano y salvo y nada debía interponerse en mi camino. A pesar de que  tengo muchas dudas sobre mi vuelta, intentaré hacerlo. Mis hijos son importantísimos en mi vida y si no para mí mismo, para ellos tengo que sobrevivir. Muchas veces les conté que el mar era más peligroso que un asesino. Actúa muy rápido, sin ningún aviso y no tiene compasión. Ahora no podemos pararnos ya. Sin ningunos descubirimientos y beneficios nos prohibieron volver. 



   Al principio quiero llegar a las Islas Canarias donde nos van a adjuntar los navegantes del puerto de allí. Creo que nos pueden ayudar mucho porque conocen bien el mar. La gobernadora de la isla de Gomera que se llama Beatriz de Bobadilla y Ossorio  prometió acogernos durante nuestra expedición y abastecer a mi flota. No pienso quedarme allí más de tres días. El tiempo me mete prisa.


   Cuando estaba paseando por la cubierta oí una canción muy bonita cantada por algunos de mi tripulación. En mis barcos hay gente de todo el mundo. Es una mezcla cultural, porque el único condición para poder pertenecer a mi equipo era ser navegante experimentado. No entendí ni una palabra pero me gustó mucho esa melodía de aventura. Me acerqué al mástil en las oscuridades y escuchaba la canción de los marineros. En ese momento sentí tan feliz como que el tiempo se hubiera parado.

viernes, 4 de marzo de 2011

17 IV 1492. Santa Fe, Granada.

Las Capitulaciones de Santa Fe

   Yo, Cristóbal Colón, Virrey y Gobernador de las tierras que descubriré, he firmado un contrato con los grandes monarcas. Ahora todo está claro. Me mereceré mis títulos gracias a mis futuros éxitos científicos y económicos. Desde hoy soy también el Almirante de la mar oceánica. Además tengo el derecho a recibir la décima parte de todas las riquezas que voy a ganar. ¡Claro que este viaje es mi sueño pero expongo mi vida!
   Pues esa pequeña parte de todos los beneficios enormes es por lo menos que quiero obtener. Me doy la cuenta de mi ingenio y nadie me engañará. Los reyes también tienen que saber que no soy un navegante aficionado, estoy seguro de mi valor. Todo el documento tengo aquí:


   Todo va según mi plan perfecto. Levaré las anclas y partiré del puerto de Palos después de dos meses. Con esos beneficios, lograré un rápido ascenso social pero hay que acelerar las preparaciones. El tiempo como valor y talento, no se debe malgastar ni derrochar. Cada error cometido por mí puede desanimar los reyes. No quiero que cambien su decisión. Seguramente no les dejaré hacerlo. Todo estará preparado más temprano que lo preven. Me ocuparé de que esto se haga. 
   Ya puedo sentir ese viento marino enfriando mi cara y soplando mi pelo, ya oigo el ruido del barco con tanta fuerza golpeado por las olas que parecen perseguirse por el mar.  Con sólo pensar en esto, mi corazón se llena de gozo. Los deseos de mi vida, que tantas veces se me fueron de las manos, ahora se cumplen.

miércoles, 2 de marzo de 2011

5 III 1492. Córdoba, Castilla.

Permiso

   La última noche fue muy difícil. No podía dormir, pensaba en mi vida y los viajes que todavía no había empezado. De repente un montón de dudas empezó a importunar a mi pobre cabeza. El fuego de la esperanza casi se apaga. No estaba seguro si Isabel me ayudaría.
   En la oscuridad de mi habitación oí la voz de la reina diciendo que mis planes sufrirían una derrota. El eco de su voz lo repitió muchas veces. Me pareció como que me ridiculizara y por poco me muero de depresión. Todos mis pensamientos se dirigieron hacia un camino de problemas imaginarios por mi locura. Sin embargo logré volver al propio porque por la madrugada alguien llamó a la puerta. Estaba muy sorprendido por  no estar esperando a nadie a esa hora. 
   ¡Por fin una buena noticia! El hombre que se paró delante de mi casa era un mensajero de la reina. Ella le ordenó decirme que podía reunir marineros y empezar a construir unos barcos. Cuando acabe la reconquista, me financiará el viaje. Inmediatamente salí de la casa pero tuve que esperar tres horas más porque la gente todavía dormía como niños. Luego me marché a buscar tripulación. Visité el puerto, los bares al lado de él y unas barracas antiguas donde viven marineros que tienen mucha experiencia de navegación. Este viaje es algo muy especial, pues la selección de los que tomarán parte debe ser exacto, estoy obligado a elegir los mejores. ¡No hay que tener prisa! Quiero poder confiar en cada persona de mi equipo. Tardaremos mucho tiempo en preparar los barcos. Ya que la expedición será muy larga, tienen que ser perfectamente construidos. También otra vez me encontré con Isabel cara a cara. Aunque quería, no podía esconder mis emociones. Cuando la vi, me puse de rodillas y empezé a besar sus manos dando las gracias. Mi felicidad es la esencia de la bondad cubierta por esa cara tan seria que tiene la reina. ¡Glorificaré tu nombre para siempre Vuestra Merced!