domingo, 20 de febrero de 2011

12 XI 1491. Córdoba, Castilla.

   Queridos lectores,
   
   No hay palabras que me podrían ayudar pediros perdón. Hace cinco años perdí mi diario. Mi inútil e inepto no me permitieron encontrar en la memioria ese lugar de tristeza donde había dejado las páginas de mi vida. Finalmente los tengo en mis manos intentando completar lo que falta. Todavía no me lo puedo creer que de nuevo ecribiré mis memorias y todo esto gracias a mi hijo. No es Diego quien tengo en mente, hijo de mi mujer Felipa que en paz descanse. 
   En 1488 la amada mía Beatriz dio a luz nuestro hijo a quien le pusimos de nombre Hernando. Creemos que será un hombre muy poderoso e importante en futuro y por eso obtuvo nombre que con tanta fuerza suena. Ahora tiene tres años pero crece a palmos. Un día Hernando y Beatriz estaban paseando por el centro. Como yo antes hacía, fueron a la librería más grande en la ciudad. Ahí mi amor buscaba algo interesante para leer. De repente oyó un ruido. Cuando se volvió, en el suelo estaba Fernando con algunos libros que por su culpa cayeron de la estantería. Pero Hernando como no se sintió culpable, se tronchaba de risa agitando sus manitos. Beatriz por poco se muere de vergüenza. Con sus mejillas más rojas que siempre, inmediatamente empezó a lavantar  los libros del suelo. ¡Qué sorprendida estaba cuando vio el libro más importante para su amado - mi diario! Sopló el polvo del libro para estar segura si de verdad era mío. El vendedor viendo que le interesaba el libro se acercó y le informó que lo había encontrado en la mesa en su librería. Añadió también que seguía esperando su propietrario. Beatriz le preguntó que por qué no había buscado su nombre en el diario. El hombre le contestó que si tuviera un diario, no querría que alguien lo leyera. Dijo que era la cosa más privada de todos. Aunque me gustaría recuperarlo más temprano, le estoy muy agradecido por no leer mis notas. No sé que podría pasar si alguien viera mis ideas. ¡Qué alivio! Mi proyecto y mi familia son toda mi vida ahora. No estaría capaz de vivir sin ellos. 
   Además del nacimiento de mi hijo hay otras cosas muy importantes que me occurieron durante estos cinco años. Muchas veces os contó que iba a verse con la reina Isabel la Católica. Finalmente estaba preparado para presentar mi teoría. Gracias a toda la gente que me apoyaba, decidieron escucharme y darme una oportunidad. El encuentro salió bastante bien. Causé buena impresión. Los reyes católicos admiraron mi trabajo tan duro y llegando a la conclusión que tenía razón me prometieron que la expedición se realizaría con seguridad. El único obstáculo es la reconquista. La reina dijo que se podía empezar todo después de terminarla y que estuviera paciente. Me aseguró que todo sería muy bien. En prueba de agradecimiento le dejé un papel con algunos cálculos míos. Así como véis lo que pasó últimamente era una lluvia de alegría para mí. Pronto voy a empezar mis preparaciones para el viaje. ¡Ojalá todos mis sueños sigan cumpliéndose! Más vale tarde que nunca.  

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